lunes, marzo 06, 2006

Y... La Papisa (capítulo 16)

Ya hemos mencionado en la entrega del capítulo 13 las leyendas entorno a los orígenes de esta carta y sobre la existencia de la Papisa Juana. Hubo otra Papisa aún más real. A finales del siglo XIII había muerto Guglielma de Bohemia, fundadora de la orden de los Guglielminos. Se decía que resucitaría y así se daría comienzo a una nueva era en la cual las mujeres accederían al Papado. Así fue como en esta Orden decidieron elegir a Manfreda Visconti como su primera Papisa. La elección no fue casual, era de una de las mujeres de mayor cultura y preparación de su época, digna de ocupar tal posición. Por supuesto la Iglesia dio fin a tal herejía y Manfreda murió en la hoguera. Un siglo más tarde la familia Visconti encargaba un mazo de Tarot a un pintor con motivo de una boda en la familia (era una costumbre de la alta nobleza pues el juego del Tarot se había puesto de moda en las cortes europeas). Fue hacia 1415 o 1430, algunos historiadores lo fechan en 1441, Filippo Maria Visconti, duque de Milán, pagó 1500 piezas de oro por un juego de naipes “iluminados a mano”. El tarot Visconti-Sforza es el más antiguo Tarot italiano que ha llegado a nosotros. Allí aparecía ya una carta llamada “La Papisa”.

Fuera por ello o por la fuerza popular que la figura femenina cobraba en la Edad Media (en España especialmente el marianismo fue trascendental hasta bien entrado el Siglo de Oro), de una manera o de otra el Tarot supo recoger esa tradición contraria a todo cuanto era defendido por las instituciones y por la Iglesia, en dicha oposición cabían muchas ideas y conceptos pero especialmente el de la mujer ya no inferior sino con al hombre. Es evidente que en este aspecto el hermetismo fue vanguardista frente a una Iglesia que por aquellos años llegó a considerar que la mujer podría carecer de alma.

En las cartas del Tarot se nos presentan muchos tipos de mujeres y de hombres, la primera mujer (por orden de aparición) es La Papisa. Es una mujer con ecos maternales, lunares, misteriosos y pasivos. Es una mujer que nos llama a reconsiderar cuanto vivimos y que nos invita a la introspección, a la contemplación y la meditación. Es una mujer muy unida al ciclo menstrual y al ciclo lunar. Es una mujer que tiene la llave de las puertas del inconsciente. Se trata de un arcano que refleja una de las facetas esencialmente femeninas, las demás las encontraremos en la Emperatriz y en La Estrella así como en las diferentes reinas de Copas, Oros, Bastos y Espadas. Lo femenino no acaba aquí en el Tarot, hay otras cartas entre los veintidós arcanos mayores con rasgos femeninos: los Enamorados, la Justicia, La Fuerza, El Colgado, La Templanza, La Luna y El Mundo.

A La Papisa se la asocia, por correspondencia, con diosas y reinas de piel oscura: Isis, con todas sus connotaciones nocturnas y ocultas; Casiopea, reina negra de Etiopía y madre dela Andrómeda constelada y a Belkis, la bellísima Reina de Saba , para quien Salomón habría creado el Cantar de los Cantares. Este simbolismo subterráneo , que hace referencia al aspecto esotérico de la revelación, habría pasado al cristianismo bajo la forma de las vírgenes negras cuyo ritual se enmarca con frecuencia a lugares lejanos, ocultos o cerrados como pueden ser la cripta de Notre Dame sous Terre (“Nuestra Señora bajo Tierra”) en la Catedral de Chartres en Francia o en la montaña de Montserrat en España.
Este aspecto femenino simbolizado por La Papisa nos habla de la Madre, la esposa celeste, la señora del conocimiento esotérico (no es casual que represente a las brujas). En la estructura general del tarot ocupa además el lugar de la puerta, del pasaje entre lo exterior y lo interior.

Tal vez haya sido La Papisa la inspiradora de la palabra “arcano” con la cual se nombran las primeras veintidós cartas del Tarot. “Arcano” se usa para referirse a todo cuanto no se comprende porque resulta demasiado misterioso. Los alquimistas de la Edad Media usaron esta palabra para definir un aspecto de la eternidad cuyo conocimiento no resulta accesible a la humanidad. Quizás sea el misterio que guarda La Papisa y que se protege detrás del cortinaje que se ve en la versión del Tarot de Marsella (el primer Tarot impreso de la historia).

La Papisa hace referencia a cuanto es pasivo y misterioso. Normalmente lo masculino está relacionado con lo activo desde antiguo (el hombre penetra dentro de la cavidad oscura dela mujer, la simbología nunca es casual sino que toma como referente a la realidad). En un mundo donde el orden es predominantemente masculino, no es de extrañar que en nuestra sociedad los valores de La Papisa sean muchas veces considerados negativos. La pasividad está relacionada con el poder de trabajar hacia dentro, con la mente y no hacia fuera, hacia el mundo, cambiándolo y transformándolo. Tal como señala Rachel Pollack: “Solamente retirándonos del compromiso externo podemos dejar que nos hable la voz interior. Precisamente para evitar esta voz interior muchas personas no descansan jamás de la acción y del movimiento. Nuestra sociedad completamente basada en los logros externos (olvidándose de los valores femeninos y centrándose en la racionalidad y acción masculina en lugar de tener en cuenta también los aspectos intuitivos y pasivos femeninos- añado yo) alimenta en nosotros el terror al subconsciente, y sin embargo, sin su sabiduría no podemos jamás alcanzar un conocimiento pleno de nosotros mismos.”

Permitir que lo femenino (un aspecto humano complementario al masculino seamos hombres o mujeres de cualquier tendencia sexual) se pierda es dejar que ocurra una de las pérdidas más importantes que el ser humano puede experimentar, la del más precioso de los conocimientos: el sentido de nuestro propio ser interior. ¿Estamos seguros de que La Papisa no nos interesa ni nos atañe?

Todo lo mencionado en las líneas anteriores no quiere reñir lo exterior con lo interior, sino todo lo contrario, nuestra intención es ilustrar la necesidad de ambos para llegar a un sano equilibrio.



A este respecto acabemos entonces con las interesantes palabras de Juan Eduardo Cirlot, uno de los grandes estudiosos del simbolismo:

“La psicología actual reconoce que las cartas del Tarot son, como lo han probado Éliphas Lévi, Marc Haven y Oswald Wirth, una imagen del camino de la iniciación y similares a los sueños. De otro lado, Carl Gustav Jung coincide con las seculares intuiciones del Tarot al reconocer dos caminos diversos y complementarios en la vida:

a) hacia los demás (la vía solar), por la situación y la profesión, la actividad en el mundo exterior, el pensamiento
b) hacia uno mismo (vía lunar), por la introspección y que conduce al proceso de individuación, en definitiva a ser nosotros mismos.

Estas dos vías reflejan la reflexión y la intuición, dos maneras complementarias de actuar y que se corresponden con lo que en filosofía se denomina razón práctica y razón pura. El temperamento lunar crea primero, luego estudia y comprueba lo que ya sabía; el solar, estudia primero y luego produce. Corresponden estas vías también , hasta cierto punto, a los conceptos de introversión (lunar) y extraversión (solar); a contemplación y acción.”

No es casual que La Papisa se encuentre frente al Mago (cartas 2 y 1 respectivamente, contemplación y acción) y que ambos arcanos estén unidos, no sólo por su posición dentro de las cartas del Tarot, sino especialmente por sus miradas.¿Recuerdas cuanto hemos mencionado sobre El Mago en capítulos anteriores? La Papisa tiene mucho que contarle a El Mago, él la escucha muy atentamente. Ella, a su vez, necesita que El Mago transforme sus intuiciones en acciones concretas. Ambos se complementan de manera natural, ¿por qué entonces anular a uno en detrimento del otro? ¿Qué puede pasarnos si se separan estos dos aspectos, tiene todo esto que ver quizás, con el estrés creciente de nuestra sociedad?


Queremos una cosa y muchas veces acabamos haciendo otra por múltiples, muy variadas y variopintas causas. La Papisa requiere, eso sí, que nos detengamos, que no hagamos nada, ni tan siquiera pensar, sólo (y no es poca cosa) que nos escuchemos y que nos tengamos en cuenta. ¿Cuánto silencio hace falta para escuchar nuestra voz interior? ¿Cuánta calma? ¿Cuántas veces me escucho a lo largo del día o de la semana... o tal vez del mes...? ¿Podemos estar seguros de que La Papisa no nos interesa ni nos atañe? Podemos empezar por contestarnos a una muy simple pregunta a la cual se contesta desde dentro, sin pensar, sin argumentar, sale desde el corazón y las entrañas: ¿Qué quiero?

Y si lo sabemos, será cuestión de que El Mago venga en nuestro auxilio, pero para eso hace falta que intervengan unos cuantos arcanos más y aún no hemos llegado a tratarlos. Entre las miradas de la Papisa y El Mago hay un mundo entero por descubrir. Ahora, como buena Papisa, es cuestión de esperar a seguir desgranando arcanos y misterios. ¿Nos sentimos seguros de que La Papisa no nos interesa ni nos atañe?

Continuará...
...el lunes 13 de febrero de 2006.

Cada lunes, una nueva entrega :-)

. . . . . . .

Ilustración de Ciruelo Craval http://www.dac-editions.com/xindex.htm

1 nos cuenta...

Blogger pilar nos cuenta que ...

Muy instructivo, aclarador e interesante. Como siempre, toda una lección.
Besos Jime

5:37 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home