lunes, enero 23, 2006

Y... La Papisa (undécimo capítulo)



Julia se acostó con un suspiro mudo. Al fin había acabado el día. Frente a la cama en la acogedora habitación que le había preparado su cuñada había una pequeña ventana. La noche era clara. Una típica noche de cielo campestre. Le vino a la mente la primera noche con James, hacía ya de ello unos diez años. También entonces había una pequeña ventana por la que habían visto amanecer. Julia no dormiría, los ojos clavados en la ventana. Cuando salía el sol las lágrimas, finalmente, empezaron a derramarse en silencio. Sentía un dolor profundo en el pecho. Mil águilas furiosas con sus chillidos metálicos le habían arrancado el corazón. Sostenía con ambas manos aquel dolor invisible, un vacío negro sin sangre y en silencio.

Se despertó 48 horas más tarde. Había tenido pesadillas y no se encontraba nada bien. En los días siguientes estaría más cansada de lo normal, agotada. Tuvo fiebre, y la faringitis le sirvió de excusa para no hablar. No quería hablar con nadie porque se había quedado muerta de palabras. A los tres días se despertó con una extraña erupción en el cuerpo. Se pasó horas esperando en el pequeño hospital del pueblo. Caroline la acompañaba a todas partes, tenía una fortaleza que a Julia le hubiera gustado tener, pero se sentía tan rota que no podía permitirse ni el pensarlo, menos aún imaginárselo. Miraba a Caroline como quien está viendo a un extraterrestre. Finalmente le diagnosticaron un herpes zoster de origen nervioso, descanso y cremas durante al menos cuatro meses. Julia sabía que Úrsula se lo curaría en un par de de días. Pero ahora no tenía ganas de curarse.

Una Papisa rota lo primero que notará es que no puede expresarse y que necesita silencio, busca el retiro más absoluto de manera inconsciente. La Papisa entonces recomienda buscar una guía principalmente dentro de uno mismo pues ahora se trata de desarrollar el poder del alma y el propio conocimiento interno. Es un periodo en el que se aprende a caminar entre la vida y la muerte, entre la devoción ferviente y los instintos gatunos, entre la piedad y la frivolidad. Todos estos extremos opuestos son los espacios por los que deambulamos y es entre ellos y no en otros espacios donde aprendemos a dominar los estados de ánimo. Es un tiempo en el que se necesita espacio y silencio y sobretodo, tiempo, mucho tiempo.

¿Cuánto tiempo necesitaría Julia? Ni ella misma podía contestar ahora a esa pregunta. Podrían ser años o meses o, con suerte, semanas. Mientras Úrsula y Marla intentaban ponerse en contacto con su amiga. Como no lo conseguían iban consultando las cartas con la esperanza de no alarmarse. Pero la esperanza que tenía Julia no bastaba en estos momentos. Marla y Úrsula acordaron ir a buscarla.

Continuará...

...el lunes 30 de enero de 2006.
Cada lunes, una nueva entrega :-)

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Imagen: Carta 2, La Papisa,
Tarot Dalí, Alemania, año 2003

lunes, enero 16, 2006

Y... La Papisa (décimo capítulo)

A veces no se sabe qué decir ni qué hacer. El Tarot siempre nos empuja a tomar una decisión al menos, quedarse de brazos cruzados no sigifica nada. La Papisa habla poco pero dice mucho. Parece que no se mueve, sin embargo provoca grandes reacciones. ¿Será por su acitud de entrega? ¿Se siente una actitud más allá de lo visible? ¿Y más allá de los límites espacio-temporales?

¿Pero qué podía decirle Úrsula a su amiga Julia en estos momentos? Julia estaba en Leeds, Inglaterra, con su famiia política asistiendo al funeral de James.

Lejos de allí Úrsula buscaba las mejores palabras de consuelo y sostén para su querida amiga. A ella misma también le hacían falta palabras cálidas, que la sostuvieran en ese momento, que la alejaran de la consternación para poder acercarse más a su amiga. En ese momento, se cayó un libro de su estantería. Era de Borges, se cayó y se quedó abierto en una página rota.

Más lejos aún, María Laura, Marla, reaccionaba casi de la misma manera. La distancia la hacía sentirse más impotente. Estaba buscando la dirección de Inglaterra, estaba segura de que la tenía por alguna parte. Rebuscó entre las cajas aún sin desembalar mientras lloraba de impotencia. Quería gritar y correr lejos a abrazar a su amiga. Lo supo todo por Úrsula. Ninguna d elas dos conseguía ponerse en contacto con Julia, era como si se la hubiera tragado un agujero negro de silencio. Seguía apartando las cajas, buscando un papelito metido dentro de un libro. Al final lo encontró. Estaba dentro de un libro de Borges.

Julia siempre regalaba libros de Borges, su autor preferido. Lo abrió y casualmente dió con un poema único. Sin que Marla lo supiera, a miles de quilómetros de allí Úrsula también estaba leyendo el mismo poema. Y Julia invocaba cada una de las palabras durante una tarde lluviosa de espera mientras deseaba que todo fuera un sueño.

Aprendiendo

Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano y encadenar un alma,
y uno aprende que el amor no significa acostarse
y una compañía no significa seguridad,
y uno empieza a aprender...

Que los besos no son contratos y los regalos no son
promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con
la cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende a
construir todos sus caminos en el hoy, porque
el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes...
y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad.


Y después de un tiempo uno aprende que si es
demasiado, hasta el calor del sol quema. Así que uno
planta su propio jardín y decora su propia alma, en
lugar de esperar a que alguien le traiga flores.

Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno
realmente es fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende.
Y aprende...y con cada día aprende.

Con el tiempo aprendes que estar con alguien porque
te ofrece un buen futuro significa que tarde o temprano
querrás volver a tu pasado.

Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de
amarte con tus defectos, sin pretender cambiarte,
puede brindarte toda la felicidad que deseas.

Con el tiempo te das cuenta de que si estás al lado
de esa persona sólo por acompañar tu soledad,
irremediablemente acabarás no deseando volver a verla.

Con el tiempo entiendes que los verdaderos amigos
son contados, y que el que no lucha por ellos tarde o
temprano se verá rodeado sólo de amistades falsas.
Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en
un momento de ira pueden seguir lastimando a quien heriste,
durante toda la vida.

Con el tiempo aprendes que disculpar lo hace cualquiera, pero
perdonar es sólo de almas grandes.
Con el tiempo comprendes que aunque seas feliz
con tus amigos, algún día llorarás por aquellos
que dejaste ir.
Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia
vivida con cada persona es irrepetible.

Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o
desprecia a un ser humano, tarde o temprano sufrirá
las mismas humillaciones o desprecios multiplicados
al cuadrado.

Con el tiempo aprendes a construir todos tus caminos
en el hoy, porque el terreno del mañana es demasiado
incierto para hacer planes.

Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas o
forzarlas a que pasen, ocasionará que, al final, no
sean como esperabas.

Con el tiempo te das cuenta de que, en realidad, lo
mejor no era el futuro, sino el momento que estabas
viviendo justo en ese instante.

Con el tiempo verás que aunque seas feliz
con los que están a tu lado, añorarás
terriblemente a los que ayer estaban contigo
y ahora se han marchado.

Con el tiempo aprenderás que intentar perdonar o
pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas,
decir que necesitas, decir que quieres ser amigo,
ante una tumba, ya no tiene sentido.
Pero desafortunadamente, solo con el tiempo..........

Jorge Luis Borges

Continuará...
...el lunes 23 de enero de 2006.


Cada lunes, una nueva entrega :-)
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Imagen: Carta 2, La Papisa, Tarot Etrusco.

lunes, enero 09, 2006

Y... La Papisa (noveno capítulo)

Papisas, brujas y maldiciones II...

Julia volvió a casa mientras intentaba olvidar el encuentro con Janira. Se conocían desde hace tiempo y no se fiaba, no se fiaba... Podía en cambio, se decía, recordar la felicidad para no olvidarla jamás. El mal sabor de boca podía difuminarse, como cuando se abren las ventanas en un lugar que ha estado encerrado durante mucho tiempo, el frescor que se va notando como una dulce danza silenciosa. Aún estaba a tiempo de ir a ver a Úrsula o de quedarse en casa leyendo o simplemente perdiendo el tiempo, uno de sus pasatiempos ( nunca mejor dicho) preferidos.

Subió los escalones de dos en dos y abrió la puerta cantando. Puso música, primero Rosemary Clooney que trajo a Cole Porter. Se duchó con ABBA y se lió con Tom Jones junto con Shakira y Bb.

- ¡Parezco una Emperatriz!- se lo decía riéndose de sí misma con la ligereza que da la felicidad.

Una Papisa estaría en silencio, alegre, pero en silencio porque su energía es inducida y no activa. O escucharíaa música sacra, evidentemente, algo profundo de Bach; canto gregoriano sin lugar a dudas, sonidos de cuencos o melodías tibetanas pero todo ello como preámbulo de su sagrado silencio. Lo que le gusta a La Papisa es escuchar el tiempo y el silencio, al sol, el paso de las nubes,un pájaro, el maullido de un gato, las pisadas de un ciervo en un bosque nevado.

Eso precisamente era lo que estaba haciendo Úrsula cuando sin aparente razón se puso a pensar en su amiga Julia. Fue al huerto a coger unas patatas y mientras miraba el cielo, así de repente, le vino la imagen de Julia a la cabeza. Empezó a pelar las patatas parsimoniosamente mientras Julia le ocupaba sus pensamientos. Cogió el libro de cocina para ver qué hacía, necesitaba alguna inspiración, lo abriría y se caía el punto de libro que le hubiera regalado Julia hacía unos días. "Tengo que llarmarla, tengo que llamarla, aquí hay gato encerrado" se iba diciendo Úrsula mientras se vertían las patatas en las páginas del libro y recogía el punto rojo como una mancha de sangre perdida en el suelo. Se puso las gafas para marcar el número, lo marcó una, dos, tres... cuatro... cinco..¡siempre ocupado! Seguía ocupado media hora después.

Julia se había acordado de que podía llamar a James a su casa porque estaría por allí. Descolgó el teléfono y el contestador le avisó que tenía un mensaje. Era de Caroline, la hermana de James. Había llamado hacía dos horas. Era raro que Julia no se hubiera ni enterado porque estaba en casa; llamaría a su cuñada, se llevaban muy bien y podían estarse horas al teléfono. Es más tenía ganas de charlar con ella y reírse sin sentido. Pero esta vez hablaron poco, todo estaba en el mensaje. James había tenido un accidente grave. Caroline no se había atrevido a decirle todo por teléfono, mejor sería personalmente. Pero no hizo falta porque lo supo. Julia lo supo. Julia se quedó en blanco y automáticamente dió a repetición del mensaje pulsando sobre el número de 3 para volver a escucharlo. James había tenido un accidente mortal.

Continuará...

...el lunes 16 de enero de 2006.

Cada lunes, una nueva entrega :-)

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Ilustración: Carta II, La Papisa, Fantastic Tarot, año 1999, USA

lunes, enero 02, 2006

La Papisa (octavo capítulo)



Brujas, Papisas y Maleficios II

Julia salió de casa con la alegría de un domingo soleado. Se sentía feliz. Hacía tiempo que esperaba ese sentimiento de plenitud. Tenía esa sensación que llena cuando nos gusta todo. Le gustaba su mundo, sus amigos, su compañero. Le gustaba haber pasado por momentos tan duros a lo largo de su vida porque gracias a ellos sabía valorar su pequeño mundo tan hermoso y tan frágil, tan delicado y resistente.

No sabía cómo explicarse aquel sentimiento y buscó una imagen para ello. Podía ver una flor de campo, amarilla, abriéndose al sol. Sí, aquello era lo que sentía. ¿Era gracias al sol, a la misma flor o a la semilla que un día cayera en aquel prado? ¿Quién podía saberlo? ¿Acaso importaba? Julia no tomó el ascensor y bajó por las escaleras dando saltitos y sonriendo por nada, por todo.

Era también una cierta sensación de confianza, sí, de confianza. Nada había cambiado en su vida y todo podía cambiar en un segundo como bien sabía. Prefería quedarse con esa sensación presente, tan presente. Tal vez le serviría más adelante visto los tiempos que parecían acercarse. Julia sabía por experiencia y además por su profundo conocimiento del Tarot que todo depende de la actitud con que se atraviesan las circunstancias. Sean las del tipo que sean, es imprescindible ver, ver cuanto nos está sucediendo, estar alertas y en silencio para que todas nuestras fuerzas (siempre internas) acudan en nuestra ayuda y podamos escucharlas.

Ésa y no otra es la actitud de la Papisa, la que puede ver en su interior y en el exterior sin que nada la perturbe. La Papisa no calla para ocultar, no calla para protegerse, no calla por falta de ganas de comunicarse sino para escuchar mejor, para no hacer ruido. Nadie puede permitirse el derecho de aseverar que está en una fase de Papisa si simplemente no le apetece charlar con sus amigos o con las personas que le rodean. La Papisa está en silencio como un monje zen, es más la postura es casi idéntica. Está en silencio para escuchar atentamente y mejor. Lo contrario a esta actitud es el efecto negativo de este arcano, que como todos tiene dos caras. El usarla como excusa es percisamente todo lo contrario a su esencia.

Una vez en la calle Julia caminaba despreocupada deteniéndose ante cualquier cosa, cualquier hoja que caía dibujando espirales..."-A lo mejor es esto la felicidad, sí, sí,ésto es la felicidad"- se decía. Le apetecía contárselo a James o simplemente llamarle para escuchar su sonrisa al otro lado del teléfono. Pero también sabía que cuando uno de ellos dos pensaba en el otro de alguna manera misteriosa (coincidencia que les encantaba) el otro llamaba o se hacía presente de alguna manera. Efectivamente cuando Julia llegara a casa se encontraría una llamada perdida desde el teléfono de casa de James.

Continuará...

...el lunes 9 de enero de 2006.

Cada lunes, una nueva entrega :-)


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Imagen: Carta 2, La Papisa, Tarot de las Brujas.