lunes, marzo 27, 2006

Y... llegó La Emperatriz


Llega la primavera, los cerezos en flor y llega La Emperatriz.

Doña Carmen es una vecina de mi bloque. Todos sabemos cuando está en casa porque lo primero que se escucha es su voz. Doña Carmen canta cuando se hace el café por la mañana, cuando tiende la ropa y cuando abre las ventanas. Su entusiasmo tranquilo se cuela por los poros de las viejas paredes, invade dulcemente el aire como una enredadera de flores, se enrosca en nuestro letargo y se desliza hasta nuestras caras dibujándonos una sonrisa.

Se le hiceron grandes los hijos, se le marcharon de casa al mundo, como suele decir ella misma, y ahora se dedica a cuidar los niños del barrio, pues es conocida por su hacer cuidadoso, casi primoroso. Empezó con un niño y ahora ya hay unos diez. Cuando llora alguno, Doña Carmen los abraza y les canta. Y sin saberlo nos acuna a todos cuantos estemos en ese momento por casa.

Pero esto no es todo, en aquella cocina nacen los ricos olores como flores, rosas de nata, margaritas de chocolate, narcizos de caramelo. Si pasas por mi calle, verás su balcón único con sus verdes y rosas, amarillos, rojos, fucsias y blancos. Doña Carmen puede "resucitar" una planta que casi no da señales de vida y todos los vecinos poco cuidadosos somos muy conscientes de esta cualidad pues en más de una ocasión llamamos a su puerta. A veces no está porque a Doña Carmen le encanta salir con sus amigas. Entonces le dejamos una notita y a la mañana siguiente encontraremos la respuesta debajo de la puerta justo al salir hacia el trabajo:

"Esta tarde salgo, pero déjame la planta en la puerta y yo te la cuidaré. A ver si tenemos suerte y te la devuelvo con flores ;-) Carmen."

Últimamente le ha dado por cantar cada día la canción de Bebe "Ella", así que ya casi la sabemos de memoria...

"Hoy vas a descubrir que el mundo es sólo para tí que nadie puede hacerte daño, nadie puede hacerte daño Hoy vas a comprender que el miedo se puede romper con un sólo portazo Hoy vas a hacer reir porque tus ojos de han cansado de ser llanto, de ser llanto Hoy vas a conseguir reirte hasta de tí y ver que lo has logrado Hoy vas a ser la mujer que te de la gana de ser Hoy te vas a querer como nadie te ha sabido querer Hoy vas a mirar pa´lante que pa´ atrás ya te dolió bastante Una mujer valiente, una mujer sonriente mira como pasa ... lalalaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa"

Doña Carmen es una de las seguidoras más entusiastas de la cantante y no se pierde ninguno de sus conciertos. A veces le pedimos que nos cante otras cosas y ella, atentamente y con una sonrisa, atiende a nuestras peticiones desde la ventana de la cocina.

Doña Carmen es la persona que está atenta a los detalles, que baja un plato de sopa a los enfermos, que sin darse cuenta nos infunde ganas de vivir. Se nota cuando ha pasado por la escalera porque su perfume es inconfundible, es el aroma de la alegría. Hay algo en su presencia que nos nutre a todos. Doña Carmen tiene la fuerza de La Emperatriz.

Es La Emperatriz la que tiene un oído musical para danzar al son de la naturaleza y de los ciclos vitales con un suelo fértil ante sí sobre el cual crecen y maduran sus innumerables planes. Este arcano disfruta de la vida, no considera que haya nada tan serio como para olvidarse de la vida y del milagro de estar vivos con toda la plenitud que esta opción ofrece sin olvidar ni menospreciar el dolor. Cada vez que nos sentimos felices, por nada en concreto sino por el hecho de sentirnos vivos, es esta faceta que florece en nuestra alma.

Continuará...

. . . . . . . . . .

Ilustación: Carta 3, La Emperatriz, Tarot de Marsella, Marsella, siglo XVII.


.....

El video de "Ella" está en http://www.yatv.com/video/yatv2_video_v_44171_1.html

Puedes escuchar "Ella" en http://www.yatv.com/audio/yatv2_audio_a_4954_1.html

Especial Bebe en http://especiales.ya.com/bebe/

lunes, marzo 20, 2006

Y... La Papisa (capítulo 17)



- ¿Lo hago?
- No.
- Quiero hacerlo
- No.

A veces una pregunta lo que no debería preguntar especialmente cuando sabes que la respuesta será negativa. Era en eso en lo que estaba pensando Julia mientras Úrsula seguía observándola.
Pero era verdad. Para Julia todo ahora era verdad , porque vivía la situación en estado puro con todas sus aristas, sin cuestionarse nada, sin intentar comprender más, sin imaginarse ni tan siquiera que un día necesitaría comprender. No sólo todo era verdad sino que no le importaba. Todo podía ser real, se le ocurrió de repente, pero tuvo un momento de querencia dulce, allí estaba su amiga Úrsula, hacía meses que no se veían, la querencia de la intimidad suele incitar a la traición de uno mismo.


Estaban fumando aunque no deberían (se supone que lo habían dejado juntas para animarse); estaban bebiendo aunque aquello perjudicaba seriamente la salud de Úrsula (que padecía un hepatitis crónica) y se habían pasado toda la tarde tiradas cada una en un sofá, el verde era de Úrsula y el de rositas diminutas siempre para Julia, con chocolate (lo único raramente permitido). La querencia incita a las traiciones de cuanto se cree, de cuanto se determina y si el corazón tiembla, hasta de uno mismo.

¿Julia se sentía feliz? Si se lo hubieran preguntado, hubiera respondido para asombro de todos y por vez primera que sí. No se le ocurría enfadarse con Úrsula porque no se había mordido la lengua antes de preguntarle nada. Aquello formaba parte de un todo, y ella misma, desnuda frente a su amiga ya no tenía nada que ocultar. Se miró de reojo en el espejo del pasillo. Desde el sofá de flores diminutas podía alcanzar su reflejo de refilón. A Julia le parecía que ella misma estaba distinta.

- ¿Te vas a preguntar qué te está pasando?
- No creo
- ¿Nunca te preguntas nada?
- Úrsula quería acusarla de algo, lo que fuera, pues lo otro era innombrable
- Ahora no

Ahora era Úrsula quien preguntaba y ella la que negaba. Las palabras importaban apenas, como una brisa después de una tormenta. Podían seguir hablando por el simple hecho de hablar, como se habla después de que te hayan dado una paliza, o por el simple placer de hablar, como se habla después de hacer el amor, con el cuerpo todavía sensible, la cabeza un poco vacía.

- Si lo amaras de verdad, no harías eso.
- Eso creo...

Bromeaba, pero sin sonreír, mientras le gustaba verse reflejada en el espejo porque allí encontraba a la otra Julia. Úrsula se refería a James.

- ¿Estás segura?

Julia estaba entretenida con aquella que le sonreía desde el espejo, pero se volvió y le gustó ver a su amiga que le preguntaba algo aún tan íntimo, tan ligado a su propio cuerpo y al de la que la miraba por el espejo.

El reflejo de Julia se perdió por la habitación, nueva y azul, del azul de los ojos de James (eso sí lo sabía, qué curioso pensaba el fantasma de cristal mientras le guiñaba un ojo a Julia, que lo supo). Del azul añil de las coladas de su abuela. Qué lejos todo, que lejos el sofá y el espejo... El azul le recordaba aquellos saquitos llenos de polvo azul que su abuela y luego su madre siempre lejos diluían en el agua justo antes del último aclarado y de extender la ropa sobre el césped del jardín. Ella debía tener unos cuatro o cinco años. Era por entonces cuando hablaba con desconocidos que nadie veía. El hombre de marrón... con él se dio cuenta.

- Mamá aquel señor te estaba buscando.
- ¿Qué señor?
- Aquél, ¿que no lo ves?

Y Julia se fue acostumbrando a callar porque ya se sabía demasiado distinta y quería ser como las demás niñas aunque eso sería imposible por el resto de su vida. La niña la miraba, el reflejo la miraba y la estaban esperando. ¿Por qué milagro el azul deja la ropa blanca?

- No podrás hacer nada para evitarlo, ya tengo los libros, me los has traído tú.
- Sólo puedo pedirte que no lo hagas y rezar por ti- insistió Úrsula
- No podrás invocar nada porque soy yo la que tiene más poder de las tres, sabes que necesitarías otra tríada.
- Lo sé.

El azul de la habitación era maravilloso. ¿Pensaba en eso en ese momento? Sólo más tarde lo sabría. El azul de la habitación no era el azul de la colada, era el de los ojos de James, el azul del cielo que solían mirar juntos después de hacer el amor.

- ¿Te pasarías la vida entera conmigo?
- Sí

Y había sido en una tarde de azul y desde entonces no se habían separado. A la mañana siguiente ella había sabido que él fallecería en cinco años.

Ahora Julia no tenía conciencia de registrar las palabras. Sólo imágenes y colores. Olores... ¿Cómo habría podido adivinar que volvería a vivir esta escena diez, cien veces y más aún? Y cada vez con un ánimo diferente, cada vez desde un ángulo más complejo. Durante meses se esforzaría en recordar cualquier detalle, y no siempre por propia voluntad sino porque otros iban a obligarla a hacerlo. Por ejemplo, durante los interrogatorios que aún habrían de llegar (todo eso quedaba lejos, tanto como el azul de las coladas) le insistirían atentos a sus reflejos a repasar cada uno de sus pensamientos.

Fuera empezó a llover, pero el aire era cálido. Una primavera extraña. Una realidad ajena. Cálido también, de una calidez viva que parecía respirar por cuenta propia (como el reflejo), cálido era el aire en el saloncito y entre los sofás de pequeñas flores rosas rococó. Julia se levantó y entreabrió una de las ventanas. Se oían los rumores del campo, el sol que se colaba a ratos. Julia miró a la otra Julia, aquella del espejo e ignoró por completo a Úrsula. Todo lo demás le parecía confuso, como un coro angelical lejano moteado por otros sonidos más nítidos, como por ejemplo los aullidos de los perros. Los aullidos la hicieron despertarse. Allí estaba Úrsula con un vaso de agua y un nebuprofeno 800 retard (Julia los tomaba a menudo últimamente, el dolor se le había enraizado por todo el cuerpo).

- Sé que intentarás robármelos, pero no los encontrarás.
- Lo sé, yo también lo he visto- contestaba Úrsula resignada.

Muchas veces hablaban así y nadie más lo habría entendido pues discutían sobre cosas que aún no habían ocurrido en la realidad, pero que eran verdad.

- Sabes que puedo hacerlo- insistió Julia
- Me temo que sé que lo harás.
- ¿Lo informarás?
- Aún no lo sé, estoy demasiado confundida- Úrsula evadía una respuesta porque no la había.
- No te pido nada.
- Lo sé.

Julia pensó una vez más, y una vez más , ¿por qué hubiera debido pensar en eso cuando lo único a lo que se entregaba era a su amor? ¿Se le ocurría pensar en algo más? S lo hacía era sin darse cuenta. Julia respondía a Úrsula sin reflexionar, en un tono ligero, incluso jovial, convencida de que las palabras que dejaba caer no tenían peso alguno ni lo tendrían.

- Tengo que llamar a Janira.
- Hazlo cuando me haya ido. Al menos.- le sugirió fría Úrsula.

Continuará...


. . . . . . .

Ilustración del libro "Quinta Essentia" publicado en 1570 y escrito por el Maestro de Alquimia Leonardo Thurneysser Zum Thurn (1531-1596)

Y una nota curiosa ...
Leonardo Thurneysser vertía la orina de los pacientes en un matraz de vidrio en forma de hombre, la destilaba y a partir de los precipitados, vapores y gotas deducía la zona del cuerpo en que se encontraba la enfermedad. A partir de entonces el examen de orina es fundamental, incluso hasta nuestros días. Su obra más importante fue Quinta Essentia.





lunes, marzo 06, 2006

Y... La Papisa (capítulo 16)

Ya hemos mencionado en la entrega del capítulo 13 las leyendas entorno a los orígenes de esta carta y sobre la existencia de la Papisa Juana. Hubo otra Papisa aún más real. A finales del siglo XIII había muerto Guglielma de Bohemia, fundadora de la orden de los Guglielminos. Se decía que resucitaría y así se daría comienzo a una nueva era en la cual las mujeres accederían al Papado. Así fue como en esta Orden decidieron elegir a Manfreda Visconti como su primera Papisa. La elección no fue casual, era de una de las mujeres de mayor cultura y preparación de su época, digna de ocupar tal posición. Por supuesto la Iglesia dio fin a tal herejía y Manfreda murió en la hoguera. Un siglo más tarde la familia Visconti encargaba un mazo de Tarot a un pintor con motivo de una boda en la familia (era una costumbre de la alta nobleza pues el juego del Tarot se había puesto de moda en las cortes europeas). Fue hacia 1415 o 1430, algunos historiadores lo fechan en 1441, Filippo Maria Visconti, duque de Milán, pagó 1500 piezas de oro por un juego de naipes “iluminados a mano”. El tarot Visconti-Sforza es el más antiguo Tarot italiano que ha llegado a nosotros. Allí aparecía ya una carta llamada “La Papisa”.

Fuera por ello o por la fuerza popular que la figura femenina cobraba en la Edad Media (en España especialmente el marianismo fue trascendental hasta bien entrado el Siglo de Oro), de una manera o de otra el Tarot supo recoger esa tradición contraria a todo cuanto era defendido por las instituciones y por la Iglesia, en dicha oposición cabían muchas ideas y conceptos pero especialmente el de la mujer ya no inferior sino con al hombre. Es evidente que en este aspecto el hermetismo fue vanguardista frente a una Iglesia que por aquellos años llegó a considerar que la mujer podría carecer de alma.

En las cartas del Tarot se nos presentan muchos tipos de mujeres y de hombres, la primera mujer (por orden de aparición) es La Papisa. Es una mujer con ecos maternales, lunares, misteriosos y pasivos. Es una mujer que nos llama a reconsiderar cuanto vivimos y que nos invita a la introspección, a la contemplación y la meditación. Es una mujer muy unida al ciclo menstrual y al ciclo lunar. Es una mujer que tiene la llave de las puertas del inconsciente. Se trata de un arcano que refleja una de las facetas esencialmente femeninas, las demás las encontraremos en la Emperatriz y en La Estrella así como en las diferentes reinas de Copas, Oros, Bastos y Espadas. Lo femenino no acaba aquí en el Tarot, hay otras cartas entre los veintidós arcanos mayores con rasgos femeninos: los Enamorados, la Justicia, La Fuerza, El Colgado, La Templanza, La Luna y El Mundo.

A La Papisa se la asocia, por correspondencia, con diosas y reinas de piel oscura: Isis, con todas sus connotaciones nocturnas y ocultas; Casiopea, reina negra de Etiopía y madre dela Andrómeda constelada y a Belkis, la bellísima Reina de Saba , para quien Salomón habría creado el Cantar de los Cantares. Este simbolismo subterráneo , que hace referencia al aspecto esotérico de la revelación, habría pasado al cristianismo bajo la forma de las vírgenes negras cuyo ritual se enmarca con frecuencia a lugares lejanos, ocultos o cerrados como pueden ser la cripta de Notre Dame sous Terre (“Nuestra Señora bajo Tierra”) en la Catedral de Chartres en Francia o en la montaña de Montserrat en España.
Este aspecto femenino simbolizado por La Papisa nos habla de la Madre, la esposa celeste, la señora del conocimiento esotérico (no es casual que represente a las brujas). En la estructura general del tarot ocupa además el lugar de la puerta, del pasaje entre lo exterior y lo interior.

Tal vez haya sido La Papisa la inspiradora de la palabra “arcano” con la cual se nombran las primeras veintidós cartas del Tarot. “Arcano” se usa para referirse a todo cuanto no se comprende porque resulta demasiado misterioso. Los alquimistas de la Edad Media usaron esta palabra para definir un aspecto de la eternidad cuyo conocimiento no resulta accesible a la humanidad. Quizás sea el misterio que guarda La Papisa y que se protege detrás del cortinaje que se ve en la versión del Tarot de Marsella (el primer Tarot impreso de la historia).

La Papisa hace referencia a cuanto es pasivo y misterioso. Normalmente lo masculino está relacionado con lo activo desde antiguo (el hombre penetra dentro de la cavidad oscura dela mujer, la simbología nunca es casual sino que toma como referente a la realidad). En un mundo donde el orden es predominantemente masculino, no es de extrañar que en nuestra sociedad los valores de La Papisa sean muchas veces considerados negativos. La pasividad está relacionada con el poder de trabajar hacia dentro, con la mente y no hacia fuera, hacia el mundo, cambiándolo y transformándolo. Tal como señala Rachel Pollack: “Solamente retirándonos del compromiso externo podemos dejar que nos hable la voz interior. Precisamente para evitar esta voz interior muchas personas no descansan jamás de la acción y del movimiento. Nuestra sociedad completamente basada en los logros externos (olvidándose de los valores femeninos y centrándose en la racionalidad y acción masculina en lugar de tener en cuenta también los aspectos intuitivos y pasivos femeninos- añado yo) alimenta en nosotros el terror al subconsciente, y sin embargo, sin su sabiduría no podemos jamás alcanzar un conocimiento pleno de nosotros mismos.”

Permitir que lo femenino (un aspecto humano complementario al masculino seamos hombres o mujeres de cualquier tendencia sexual) se pierda es dejar que ocurra una de las pérdidas más importantes que el ser humano puede experimentar, la del más precioso de los conocimientos: el sentido de nuestro propio ser interior. ¿Estamos seguros de que La Papisa no nos interesa ni nos atañe?

Todo lo mencionado en las líneas anteriores no quiere reñir lo exterior con lo interior, sino todo lo contrario, nuestra intención es ilustrar la necesidad de ambos para llegar a un sano equilibrio.



A este respecto acabemos entonces con las interesantes palabras de Juan Eduardo Cirlot, uno de los grandes estudiosos del simbolismo:

“La psicología actual reconoce que las cartas del Tarot son, como lo han probado Éliphas Lévi, Marc Haven y Oswald Wirth, una imagen del camino de la iniciación y similares a los sueños. De otro lado, Carl Gustav Jung coincide con las seculares intuiciones del Tarot al reconocer dos caminos diversos y complementarios en la vida:

a) hacia los demás (la vía solar), por la situación y la profesión, la actividad en el mundo exterior, el pensamiento
b) hacia uno mismo (vía lunar), por la introspección y que conduce al proceso de individuación, en definitiva a ser nosotros mismos.

Estas dos vías reflejan la reflexión y la intuición, dos maneras complementarias de actuar y que se corresponden con lo que en filosofía se denomina razón práctica y razón pura. El temperamento lunar crea primero, luego estudia y comprueba lo que ya sabía; el solar, estudia primero y luego produce. Corresponden estas vías también , hasta cierto punto, a los conceptos de introversión (lunar) y extraversión (solar); a contemplación y acción.”

No es casual que La Papisa se encuentre frente al Mago (cartas 2 y 1 respectivamente, contemplación y acción) y que ambos arcanos estén unidos, no sólo por su posición dentro de las cartas del Tarot, sino especialmente por sus miradas.¿Recuerdas cuanto hemos mencionado sobre El Mago en capítulos anteriores? La Papisa tiene mucho que contarle a El Mago, él la escucha muy atentamente. Ella, a su vez, necesita que El Mago transforme sus intuiciones en acciones concretas. Ambos se complementan de manera natural, ¿por qué entonces anular a uno en detrimento del otro? ¿Qué puede pasarnos si se separan estos dos aspectos, tiene todo esto que ver quizás, con el estrés creciente de nuestra sociedad?


Queremos una cosa y muchas veces acabamos haciendo otra por múltiples, muy variadas y variopintas causas. La Papisa requiere, eso sí, que nos detengamos, que no hagamos nada, ni tan siquiera pensar, sólo (y no es poca cosa) que nos escuchemos y que nos tengamos en cuenta. ¿Cuánto silencio hace falta para escuchar nuestra voz interior? ¿Cuánta calma? ¿Cuántas veces me escucho a lo largo del día o de la semana... o tal vez del mes...? ¿Podemos estar seguros de que La Papisa no nos interesa ni nos atañe? Podemos empezar por contestarnos a una muy simple pregunta a la cual se contesta desde dentro, sin pensar, sin argumentar, sale desde el corazón y las entrañas: ¿Qué quiero?

Y si lo sabemos, será cuestión de que El Mago venga en nuestro auxilio, pero para eso hace falta que intervengan unos cuantos arcanos más y aún no hemos llegado a tratarlos. Entre las miradas de la Papisa y El Mago hay un mundo entero por descubrir. Ahora, como buena Papisa, es cuestión de esperar a seguir desgranando arcanos y misterios. ¿Nos sentimos seguros de que La Papisa no nos interesa ni nos atañe?

Continuará...
...el lunes 13 de febrero de 2006.

Cada lunes, una nueva entrega :-)

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Ilustración de Ciruelo Craval http://www.dac-editions.com/xindex.htm