martes, octubre 31, 2006

Novedades


¡Hola, hola! Tengo dos noticias importantes para comentar en este espacio :-)

Como véis inauguramos cabecera gracias a mi amiga Nuria (que no tiene blog, lástima) y a Carolina de
http://elblogdelosblogs.blogspot.com

Y además esta semana... ¡¡¡ inauguramos otro blog!!!





Los Ases del Tarot, donde nos ocuparemos más de los arcanos menores desde cada una de nuestras diferentes visiones, pues cada uno de los cuatro tiene un estilo muy diferente pero nos aúnan las ganas de dar a conocer esta antigua via de conocimiento.

Se trata de un blog comunitario junto a:

Flavio, El Intuitivo
http://intuitivo.blogspot.com/ (desde Méjico)
Sergio, Symbolo
http://symbolo.blogspot.com/ (desde Chile)
Guido, MundisTarot Guido
http://mundistarot.blogspot.com/ (desde España)

Encontraréis todas estas referencias justo aquí al lado, a la derecha de la pantalla.

Espero que os guste, que os divirtáis, que nuestra compañía os sea grata.

Besos lunares ;-)

lunes, octubre 30, 2006

La Emperatriz (capítulo XVI)


La sombra de la Emperatriz

“Bueno, es el destino”- podemos decirnos. Pero la mayoría de las veces es una expresión sin sentido porque no entendemos lo que significa por más que el Tarot pueda enseñárnoslo.

¿Era el destino de Julia convertirse en la esposa de un fantasma? ¿Era el destino de Marla enfermar? ¿Era el destino de Úrsula enfrentarse a sus propios congéneres para ocultar a una amiga?

Julia era una Emperatriz, sí. Pretendía realizarse, también. ¿Pero de qué forma? Julia era una Emperatriz que solamente quería escapar de un dolor y disfrutar de lo que había considerado que era suyo. Hacía meses que había llamado a su esposo de la muerte y convivía con su fantasma. ¿De quién o qué es propiedad la vida y por ende la muerte? Poco a poco Julia iba perdiendo de vista cuanto le pertenecía y cuanto le rodeaba mientras el peligro de su disfrute y su falta de responsabilidad con su realidad la iban engullendo. Sí, esto también le puede ocurrir a una Emperatriz que solamente busca el placer y la diversión, prisionera de su propia satisfacción. En efecto, la vida se le hacía cada vez más dura. No porque le sucedieran cosas más o menos agradables, sino porque la vida misma le pesaba y se sentía incapaz de volver atrás, de asumir sus compromisos, de ocuparse de sus amigas, de sí misma. Julia se estaba transformando en una Emperatriz que huía.

Marla era una Emperatriz, también. Pretendía realizarse, también. Pero se había estancado. No veía, porque no podía, más que su imposibilidad. Poco a poco el gozo por la vida le parecía una espectáculo ajeno y a causa de sentimientos de culpa por no poder ocuparse ni de sus hijos ni de su marido ni de sus amigas ni de ella misma comenzó a rechazar inconscientemente todo sentimiento de placer y disfrute, incluso más allá de sus importantes limitaciones. Nadie podía ayudarla. Tampoco el Tarot. Su viaje es el más peligroso, en el que más fácil es perderse para siempre porque ella deseaba la muerte después de llevar meses enferma e imposibilitada de hacer cualquier cosa por insignificante que fuera. ¿Hacía cuánto tiempo que no se reía? No lo recordaba ya. Tampoco tenía ganas de intentarlo. Le sorprendía observar a la gente por la calle en los pocos momentos que podía salir a caminar algunos minutos, siempre menos de diez que era su meta más tenaz. La gente con alegría de vivir le parecían un auténtico milagro incomprensible, maravilloso y absolutamente incomprensible. No era que estuviera triste constantemente. Sus buenas razones tenía para ello porque había perdido la salud y le habían dejado bien claro que no la recuperaría jamás, que cada vez estaría peor y que la agonía podía durar muchos años. No, además de profundamente triste Marla había perdido el buen humor. Era una Emperatriz sin alegría.

Úrsula era una Emperatriz, también. Ante todo necesitaba realizarse, también. ¡Pero se sentía incapaz! Le sucedía que no sabía qué elegir. Sentía tantos impulsos y a veces ni tan siquiera contradictorios, que estaba perdiendo el rumbo. Estaba perpleja. Le faltaba confianza. La realidad se le parecía también a ella algo ajeno. Pero la realidad en su plenitud está vinculada a la capacidad de aceptación, olvido y amor. Pero ella no podía olvidar que Julia había cometido no de los mayores sacrilegios contra la vida al revivir a un muerto. Ella no podía, se sentía incapaz, de contemplar en su interior más allá de sus propias creencias y aún bajo la duda, su inquietud (a pesar de ella misma). Por lo tanto no había posibilidad para que la fuerza de la Emperatriz la abrazara abriéndole las puertas del alma con una visión que la enamorara. Esa imagen que sería la rectificadora y que no la enfrentaría con ella misma más allá de ella misma y sus ideas sobre lo que estaba bien o estaba mal. No podía seguir esa imagen porque se resistía a cualquier sensación. Estaba perpleja, cada faceta de sí misma empujándola con una información diferente. Imposible ver. Era una Emperatriz ciega.

Continuará....

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Imagen: Arcano La Emperatriz, Blacklips Tarot

martes, octubre 24, 2006

La Emperatriz (capítulo XV)


Marla

Estaba tumbada en la hamaca, en la barandilla, esperando a su marido para comer. La asistenta filipina había bajado las blancas persianas por la lluvia, pero había dejado una levantada a medias para que María Laura descansara contemplando el paisaje. Tenía las cartas del Tarot sobre la mesilla, un poco abandonadas.

Los colores del día, cenicientos y pálidos, sólo expresaban las varias tonalidades del calor. Luego la lluvia había dejado paso a un obstinado sol de mediodía. Las cigarras entonaban la melodía oriental en sol mayor que con su ambigua monotonía exacerbaba los nervios mientras los oídos esperaban impacientes la resolución de la lluvia infinita. Detrás del hueco de una persiana levantada parcialmente se veía a Marla con la palidez de la muerte.

Todo le resultaba un espectáculo ajeno, demasiado ajeno incluso. Ella era la extranjera en aquel escenario en el que no se le permitía actuar. Se sentía un mero decorado sin significado, un jarrón chino de dinastía ignota agregado a último momento y que pasaba desapercibido. Lo demás era una canción alegre de furiosa energía a veces tan continua como un añorado murmullo de arroyo entre las piedras. Todo era ahogado no ya por la lluvia si no por el poderoso agitarse de las alas negras de su repentina enfermedad.

- La fuerza de las circunstancias- murmuró para sí sin que nadie la oyera.

No podía estar más prisionera si hubiese estado en una tumba. Y día tras día era lo mismo. Todas las cosas que la hacían reír se habían vuelto pesadas de su propia gravidez ineludible, su cuerpo apenas podía sostener un vaso de agua sin que se le cayera. Era peor tener que esforzarse por aparentar una cierta tranquilidad que su marido, sus hijos, sus amigos e incluso la asistenta le pedían con la mirada velada, incapaces de reconocer que la mujer fuerte que había sido era parte del pasado. Nadie sabía qué hacer con ella y le pedían instrucciones:

- ¿Qué quieres?

Olvidaban la compasión al enfermo primerizo, aquel que ve con horror constante cómo las cosas más simples se vuelven imposibles. Reír, cantar, pensar pueden volverse esfuerzos titánicos como peinarse, lavarse la cara o levantarse por las mañanas o la hora que sea (la mayoría de las veces esta segunda opción se imponía muy a su pesar). Ella no sabía nada, apenas podía respirar. ¿Cómo ser consciente en tales circunstancias de lo que se quiere? Su única obstinación era poder respirar sin que le doliera en los raros minutos durante los que conseguía mantenerse despierta. A veces intentaba con todas sus fuerzas mostrarse como de costumbre, pero su esfuerzo era visible en los ojos.

La lluvia cesaba a ratos y entonces bien aparecía la noche estrellada o el sol de crayón amarillo. Ahora era de noche y las ranas sucedían a las cigarras. Para no atraer a los insectos se habían apagado todas las luces de la casa. La luna era bondadosa y Marla podía ver desde el cuarto en el que la habían instalado el frondoso bosque de palmeras negras. A lo lejos, con grandiosa y determinada pereza la floresta se mecía con el viento, silenciosa, llena de misterio y fatalismo. El aire tenía algo de la acechante determinación implacabilidad de lo que ahora María Laura reconocía como destino.

Continuará...
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Imagen: Arcano La Emperatriz, Tarot de Papus, Paris, 1909.
Más información sobre el Tarot de Papus: pincha aquí.

lunes, octubre 16, 2006

La Emperatriz (capítulo XIV)


Julia

¡Se sentía tan bien! Estaba exactamente donde quería estar y con quien quería estar. Aunque reconocía que echaba mucho de menos a sus amigas Marla y Úrsula. Quizás le habían escrito y le habían enviado algún correo electrónico. Allí en el pueblo no llegaban ciertas ondas herzianas y menos aún el mundo virtual. Sólo el párroco gozaba del privilegio de tener internet, pero ella prefería no tener mucho contacto con la gente del lugar ni nada más profundo que un “hola” simpático y casual, muy casual. Por el Tarot sabía que estaban intentando contactarla y que algo extraño ocurría con cada una de ellas. Las cartas decían que era Marla la que necesitaba más ayuda, aunque no era menos urgente la situación de Úrsula. Pero Julia no quería volver al mundo real, estaba dispuesta a arriesgarlo todo con tal de vivir su sueño. En cambio podía tomarse el primer café de la mañana sentada sobre la barandilla de la ventana frente a un gran lago rodeado de un verde intenso perfumado de pequeños ruiditos familiares de pájaros, ardillas y zorros.

Julia sostenía la taza de café humeante con las dos manos. Primero inspiró aquel olor tan familiar que le sabía a los besos de la persona que tanto amaba. El café es realmente delicioso. Cerró los ojos para inspirarlo. Luego levantó la vista y abrazó con su mirada todo cuanto podía, tenía sed de abarcarlo todo: el lago, el cielo, el bosque, los animales, el olor a agua y azul y verde.
De aspecto profundo, era un paisaje de grandes dimensiones que se explayaba en horizontal más que en vertical. Lucía algunas colinas de vivos verdes rodeando un gran lago oscuro bajo un cielo lleno de matices plateados la mayor parte de los días. Las facciones de aquel paisaje, porque las tenía, denotaban siglos de perseverancia apenas silenciosa como un testigo bondadoso y severo a la vez. Natural, sin maquillaje, no torres de alta tensión, no casas pintorescas más allá del pueblo. Era un verdadero bosque. Tenía los árboles de diferentes tipos, algunos, pinos; otros, castaños y más allá, las encinas que se ordenaban todos meticulosamente peinados sobre la tierra oscura.

Este paisaje tenía un rostro en forma de luna llena y los ojos grandes, brillantes esmeraldas que resaltaban sobre la boca ancha del lago. La nariz era pequeña, graciosa de una curiosa colina joven más cercana al lago. Este paisaje era tan humano que podía ser una persona con la que siempre queremos permanecer. Parecía alguien que se ha levantado sereno y nos regala su sonrisa franca apenas la miramos. Sin embargo, se le suponían mejores años, de laderas más extensas y más verdes. No guarda rencor por los tiempos que fueron mejores. Lo que más llama la atención es su aire agradecido entre cordial y orgulloso que nos arrastra a comprenderlo profundamente en cada inspiración.

Quizás lo mejor fuera prescindir de todo, de sus olores sinceros, fijándonos exclusivamente en aquel aire de fuerza milenaria que era sin lugar a dudas lo que más llamaba la atención de todo aquel paisaje.

Julia sonrió. Sonreía cada día. Se giró a su derecha y allí seguía James que la observaba enamorado desde el más allá. Entonces Julia tomó su libro y le leyó otra historia de amor como cada mañana para que él no olvidara lo que significaba ser humano.

Continuará...

Imagen: Arcano La Emperatriz, Tarot Ibis

lunes, octubre 09, 2006

La Emperatriz (capítulo XIII)



El Poder de la Emperatriz II

La Emperatriz del Tarot hace que el espíritu se cumpla. Ella no espera, es acción y cumple lo que el espíritu le dicta. Ella gobierna por amor. Cumple y conduce a buen fin las leyes y las profecías. Y siempre revela lo nuevo. Es pura inspiración que toma forma y cuerpo.

Todo esto es así porque la Emperatriz es la unión de las fuerzas del Mago y la Papisa, nace del uno y del dos por eso su número solamente puede ser el tres, el número que une a los opuestos y complementarios conteniéndolos a ambos. El tres es además el número de la experiencia humana y está representado por el triángulo, el que ella luce en su pecho en el Tarot de Marsella, centro del poder individual.

A veces tenemos una buena idea (El Mago, 1), pero luego no sabemos como plasmarla en la realidad y después de darle muchas vueltas a nuestras dudas (La Papisa, 2), un día empezamos a trabajar en nuestra idea con una visión esclarecedora (La Emperatriz, 3). Es un proceso que nos habla de inspiración, gestación y plasmación. Aunque habremos de esperar al Emperador para darle la forma final y que sea algo concreto, para que sea algo acabado.

La Emperatriz no analiza, no soporta analizar, su comprensión de las cosas es intuitiva. Ella es lo que hoy en día llamamos una musa inspiradora y por eso su presencia en diferentes mazos de Tarot suele ser sorprendente y estar rodeada de flores, trigo dorado, estrellas, y toda fuente de vida que el autor de cada mazo sea capaz de ilustrar y expresar.




Quizás un cierto tipo de Emperatriz moderna sea la Mis Dalloway de Virginia Woolf o mujeres mecenas del tipo de Paloma O’Shea o Peggy Guggenheim. Ellas reciben con amor a los músicos, poetas y artistas, les dan lo que necesitan para crear y llevar a cabo su obra. Así podemos recibir nosotros a nuestros seres queridos, a nuestros compañeros de trabajo y darles la confianza o la seguridad que les hace falta para plasmar lo que quieren de verdad. Sin lugar a dudas podemos ser las musas de otras personas en incontables situaciones. La manera en que lo hagamos depende de cada uno de nosotros, es tan particular e individual como cada uno de nosotros. Desde este punto de vista, y sin lugar a dudas, la Emperatriz es una gran madre que nos nutre para que crezcamos.

A la Emperatriz le encanta divertirse, cuidarse, es sumamente femenina y coqueta, es una excelente anfitriona, de las mejores. Le interesa la belleza en todas sus formas (no la belleza de Vogue ni la que está de moda) y es muy rica en criterios estéticos. Es aquella persona que sabe combinar la ropa y los accesorios o los elementos de la decoración de casa de una manera siempre nueva. Es esa parte nuestra que necesita un masaje, un baño relajante, un baile sensual, una comida familiar, una caricia, unas risas, cuidados, mimos, expresarse y un toque de chispa divina. No olvidemos que cada arcano hace referencia a un aspecto de la vida y a una forma de expresarnos.

La Emperatriz es entusiasta por naturaleza y está convencida que todo el orbe puede compartir este entusiasmo. Su fertilidad puede ser desenfrenada. El poder de la Emperatriz puede llegar a ser tan profundo que puede ser abismal... como una eterna primavera.

Continuará...

. . . . . . .
Imágenes: Sandro Botticelli, La Primavera 1477-78; "Alegoría de la Primavera"; 315 x 205 cm; realizado para la Villa de Lorenzo di Pierfrancesco de' Medici de Castello, actualmente se encuentra en la Galería de los Uffizi en Florencia.

Algunos enlaces sobre Botticelli:

Botticelli en la Wikipedia (en castellano)

Biografía en Arte e Historia (en castellano)

Exposición de sus obras en All Posters (en castellano)

Sitio oficial de la Galeria Uffizi (en italiano)

martes, octubre 03, 2006

La Emperatriz (capítulo XII)




El poder de la Emperatriz I



La Emperatriz del Tarot es la natura naturans. Obsérvala con detenimiento. Ella se encarga de que lo divino se transforme en humano, que la materia se espiritualice y que el espíritu se materialice. No es casual que su trono asemeje un par de alas o que sus alas parezcan su trono.
Hay muchos símbolos en esta carta que se refieren a su característica transformadora e inspiradora: el águila que también muestra su conexión con su espíritu, el cetro con la cruz que une el cielo con la tierra, la pila bautismal que se adivina al fondo a la derecha, la forma de la corona, el triángulo en su pecho, los colores de su vestimenta.

El águila es un tema antiguo, basta pensar en el animal alado de Harry Potter y el prisionero de Azkabán, o el ave fénix que le salva en La Cámara Secreta pues el ave fénix simboliza la espiritualización del instinto. También encontramos otro ejemplo en el águila de Gándalf en El Señor de los Anillos que le rinde muchos servicios como cuando le salva de la Torre del Ojo o cuando acaba por rescatar a Frodo y Sam casi al final del libro. El símbolo del águila ya aparecía en la mitología griega cuando ayuda a Psique a tomar las aguas de la vida en el mito de Eros y Psique. El águila de la carta de esta carta del Tarot si bien tiene un ala que aún se está formando, parece que va a levantar el vuelo y ascender a la liberación.


Observemos la carta una vez más para notar que la Emperatriz abraza su escudo y con él al águila, no le es indiferente, no la ha utilizado ya, está conectándose con ella y el hecho de que la toque justo por el lado del ala que está creciendo hace referencia una vez más a esta gran transformación. No olvidemos asimismo que La Emperatriz está mirando hacia adelante, hacia el futuro, en su caso un futuro lleno de posibilidades.

Así cuerpo y espíritu están siempre unidos, es una de las tantas cosas que nos cuenta esta carta. Nos muestra que podemos leer las señales de nuestro espíritu en nuestro cuerpo. Basta recordar lo que nos pasa cuando nos encontramos con alguien que nos atrae mucho, cuando sentimos un cierto cosquilleo en la barriga. O cuando nos duele la cabeza después de un mal momento. O cuando una carga se nos hace demasiado pesada y nuestro cuerpo se resiste a andar y nos agotamos. O cuando algo nos golpea muy fuerte en el pecho y nos sentimos ahogados. Son solamente algunos ejemplos pues cada espíritu es único y tiene un cuerpo que le es propio. Sólo nosotros podemos desentrañar estos mensajes únicos dirigidos a nosotros mismos y a nadie más.



La manera en la cual la Emperatriz sostiene su cetro, detengámonos a observarla. ¿Con qué mano está tomando el cetro? ¿En qué parte de su cuerpo? La mano izquierda representa el lado inconsciente y el punto del cetro sobre el que se apoya en su cuerpo en medicina china es el punto de la energía vital. No se trata de un cetro erguido, descansa ligeramente sobre su brazo, ella no necesita atenerse a las formalidades del poder pues el suyo es instintivo, nace de la zona kundalini, fuerza de la materia primaria, para alzarse al cielo.

A muchos puede sorprender las coincidencias de los símbolos con otros de origen oriental, pero no hemos de olvidar que el Tarot nace en pleno periodo del neoplatonismo cuando oriente y occidente no estaban tan lejanos y todas las tradiciones se encontraban naturalmente conectadas.

La Emperatriz se abraza más al águila que a su cetro y con ello quiere demostrarnos que su poder es más espiritual que terrenal, le interesa más el poder del amor que el amor al poder.

Cada vez que nos sentimos presos de la perplejidad ante diferentes opciones nos falta la inspiración vital, entonces toma la carta del Tarot de La Emperatriz y dialoga con ella, permitiéndole que te conozca y que tú te familiarices con ella. Jamás invoques su figura para encarnarte en ella, no te veas como una Emperatriz, no le usurpes su trono o las consecuencias pueden ser terribles.

El poder de la Emperatriz es grandioso y abismal.

Continuará...

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Imágenes: Arcano III, La Emperatriz en el Tarot Wirth y en el Tarot de Marsella (dos versiones)