jueves, noviembre 30, 2006

Confisiones y coficciones en un castillo

- De acuerdo, llévame a un libro interesante por favor.


Esto lo suelo hacer a menudo y especialmente en las librerías. A mí me da buenos resultados. Deambulo sin sentido, voy a una estantería repleta de títulos, cierro los ojos, paseo mi mano entre los ejemplares y cuando doy con uno abro los ojos. Así encontré un libro hasta entonces desconocido para mí de uno de mis autores favoritos: Italo Calvino.

El libro se titula El Castillo de los destino cruzados y contiene dos relatos. Como todo lo de este autor, se encuentra en la editorial Siruela dentro de la colección Biblioteca Calvino.

Hasta aquí todo normal, ¿verdad? Al hojear el libro me topé con una emocionante sorpresa, al menos para mí. Hay figuras que acompañan el texto y que pretenden evocar las reproducidas en la primera edición de Parma de 1969. Las figuras son cartas de tarot y son las protagonistas de ambos relatos. Calvino había asistido en 1968 a un seminario internacional sobre las estructuras del relato y allí coincidió con Paolo Fabbri quien había presentado una ponencia sobre “El relato de la cartomancia y el lenguaje de los emblemas”.

La cartomancia es un sistema semiótico puesto que las cartas del tarot pueden ser analizadas desde el punto de vista de sus funcioanes narrativas. Fue este mismo Paolo Fabri quien le dio la idea a Calvino de escribir utilizando las cartas del tarot como máquina narrativa. Calvino creó historias que se entrecruzaban a partir no ya de letras sino de figuras a partir de la idea de que el significado de cada carta cambia según el lugar que ocupa en la sucesión de cartas que la preceden y la prosiguen. Los relatos se titularon El castillo de los destinos cruzados y La taberna de los destinos cruzados.

Calvino utilizó dos barajas diferentes para cada uno de sus relatos, de los dos que componen este libro. El castillo de los destino cruzados se construyó a partir de la baraja Visconti Sforza, creada por Bonifacio Bembo para los duques de Milán, Italia, hacia mediados del siglo XV. Algunas de estas cartas hoy en día se encuentran en la Accademia Carrara de Bérgamo y otras en la Morgan Library de Nueva York. La taberna de los destinos cruzados, en cambio se basa en el Tarot de Marsella, de mayor difusión, baraja impresa en 1761 por Nicolas Conver, Maître cartier (maestro de cartas) de Marsella. Calvino se empapó de la literatura que trata sobre la interpretación del tarot, aunque siempre afirmó que se dejó seducir por el simbolismo rico de las figuras al escribir reuniendo las cartas al azar.

Ambos relatos parten de un origen similar. El desafío formal es similar en ambos casos. Los viajeros que han llegado al castillo o a la taberna se han quedado mudos y se comunican mediante las cartas que ilustran sus respectivas historias, todas confluyen y nos conducen a través de una sorprendente trama.

En el primero: ".. en medio de un espeso bosque, un castillo ofrecía refugio a todos aquellos a los que la noche sorprendía por el camino: damas y caballeros, séquitos reales y simples viandantes...."
En el segundo: "...salimos de la oscuridad, no, entramos, afuera está oscuro, aquí se ve algo en medio del humo, humea la luz, tal vez de velas, pero se ven los colores, amarillos, azules, sobre el blanco, sobre la mesa, manchas de colores, rojas, también verdes, con los contornos negros, dibujos en rectángulos blancos dibujados sobre la mesa..."
En uno y en otro el silencio enmarca un rico diálogo que nos conduce a través del caos, las cartas van ordenando las vicisitudes de quienes se han aventurado por el camino hasta llegar a las puertas del castillo o de la taberna.

Que uno de mis escritores preferidos hubiera utilizado el Tarot para crear significa mucho para mí, porque cada vez que alguien a quien respeto por su quehacer se toma en serio este sistema de arcanos me aleja del mundanal ruido en el que el tarot es solamente una cuestión de superchería barata y fácil.

Tal como acostumbro a hacer cuando encuentro un libro, volví a cerrar los ojos y pregunté:

- ¿Qué pasará con Úrsula hoy?

Estaba un poco ansiosa por vernos, quería contarle lo de mi tirada de cartas, los descubrimientos que había hecho. Hablar con Úrsula siempre ha sido una delicia porque te hace llegar más allá y estaba convencida de que ambas llegaríamos a explorar caminos muy valiosos sobre la sesión a la que yo había asistido. Además me preocupaba que esta vez tampoco pudiéramos vernos. Parecía que el caos no estaba a nuestro favor. ¡Y yo tenía tantas ganas de verla! Así que repetí la pregunta. Me concentré, respiré lentamente, tomé el libro entre mis manos y volví a preguntar:

- ¿Qué pasará con Úrsula hoy?

Entonces sonó le teléfono. Era Pilar Landero. Habíamos hablado el día anterior por teléfono.

- ¡Mujer! Vaya sorpresa, ¿todo bien?
- Sí, bueno, sí, sí. Oye, que estoy buscando a Úrsula y no la encuentro. ¿Sabes si está por la montaña y el teléfono no tiene cobertura?
- No, no, si está aquí en Barcelona.
- Ah... es que quedamos en que se pasaría por Málaga unos días, ¿sabes?
- Pues no, no me comentó nada... es que apenas hemos podido hablar.
- A mí me llamó hace una hora y me dijo que era importante, importante y urgente.
- ¿Urgente?
- Sí, por eso la buscaba. Y además me dijo que estaría contigo.
- Bueno, hemos quedado para dentro de una hora y espero que nos veamos, esto se está poniendo cada vez más misterioso.

- Bueno, niña, cuando la veas dile que ya lo tengo todo preparado, ¿de acuerdo?
- Sí, claro, claro.
- ¡Y dile que me llame!
- No te preocupes Pili, cuando la vea será lo primero que haga: llamarte.
- Nos hablamos entonces
- Un abrazo fortote.

¿Qué tenía que ver Málaga en todo esto? Ursu me lo contaría luego y se aclararían los misterios. Yo seguía con mi libro.

- ¿Qué pasará con Úrsula hoy?

Se abrió el libro en la página ciento cinco. Las figuras eran el Rey de oros, el tres de Copas y el siete de Oros. No eran malas cartas sino todo lo contrario. Había una intención firme y agradable que intentaba realizarse, materializase. Leo el párrafo que describe la interpretación de Calvino que dice:

"La blanca barba profesoral y bien cuidada, la mirada grave en la que asoma una punta de inquietud, son algunos de los rasgos que tiene en común con la figura del Rey de oros... (No olvidemos que se trata de una historia contada a través de cartas por un personaje que se ha quedado mudo y que se encuentra con otros viajeros en una taberna, reunidos al rededor de una gran mesa vacía en la que despliegan las cartas para comunicarse entre ellos) ... Este retrato suyo, junto con las cartas de Copas y de Oros que se ven a su alrededor, podría servir para definirlo como un alquimista que se ha pasado la vida indagando las combinaciones de los elementos y sus metamorfosis... "

Lo cierto era que Úrsula había ido a reunirse con el jefe de la orden, El Gran Mago. Estaba el asunto de Julia sobre la cuerda floja. Úrsula no quería intervenir y la orden de nuestro coven, el grupo al cual pertenecíamos todas, la conminaban a que interviniera muy a su pesar. Julia era su amiga y ella intentaba protegerla por más que supiera que Julia no estaba obrando bien, nada bien en absoluto. ¿Calvino me estaba contando algo que yo no supiera? Continué leyendo.



Continuará...

. . . . . . .

Deambula por otros enlaces caóticos:

Italo Calvino en Wikipedia

Sobre el libro El castillo de los destinos cruzados

Este libro en la Editorial Siruela

Otros cuentos de Italo Calvino en la Biblioteca Digital Seva (textos electrónicos completos)

Paolo Fabbri sobre Italo Calvino


AZAR Y RIGOR:EL JUEGO COMBINATORIO DE ITALO CALVINO,
Elizabeth Sánchez GarayUniversidad de Zacatecas (México), Artículo en la revista digital de la Universidad Complutense en red

lunes, noviembre 27, 2006

Más confisiones: esperando a Úrsula



Hoy es lunes y aquí estamos con la entrega semanal de Lecturas. Han pasado tantas cosas que hace falta resumir un poco. A veces creo que la gente puede perderse entre tantas “brujerías”. ¿Es así? No lo sé... aunque lo supongo. En definitiva, pienso, un blog no es diferente de la vida misma. Y si hay algo de lo que estoy segura es que la vida es caos. El caos tiene algo de azar y mucho de confusión y desorden como el mar, el mar de confusiones, y el magma en el que al fin y al cabo todo se funde. En ese mar no hay límites o perfiles de las cosas de modo que no se ve su separación. Un blog no está tan alejado de todos estos conceptos porque es un espejo del día a día y también una babel de libertades. Un blog como éste no pretende ser más que un espejo ordenado de ese espejo mediante un desenfreno de palabras que se revuelven en laberintos, galimatías y conmociones.

Yo sigo esperando a “Úrsula”. Yo soy la autora de este blog y Úrsula con comillas es la persona con realidad propia en la cual me inspiro para ilustrar a Ursula sin comillas y una de las tres protagonistas de este blog desde sus inicios. Esto lo comparto en este espacio porque unas determinadas circunstancias muy personales me han empujado a confesarme con confesiones, confisiones, confidencias y coficciones en este blog. Hasta ahora yo no había aparecido. Pues aquí estoy. Úrsula es amiga de Julia y Marla, las otras dos protagonistas. Las tres son brujas tanto o menos como lo son sus dobles en el día a día del mundo fuera de la pantalla. Todas nos conocemos muy bien, somos amigas, somos practicantes del Tarot como vía del conocimiento. El otro día estaba esperando a Úrsula y me emborraché un poquito, vamos que me coloqué más cerca del caos, digamos. Hoy veremos lo que pasa.

“Úrsula” y yo hemos vuelto a quedar. Esta vez he preferido que nos encontremos en una librería. Aprovechando que luego comeremos juntas, hemos elegido Laie (una librería y restaurante con excelentes secciones de libros y gastronomía, menú y libros asequibles al bolsillo medio).
Después de un artículo número 1, en la anterior entrega, tiene que haber un segundo, sino el conjunto de normas no tendría ningún sentido: un artículo se sucede a otro hasta imbricarse en una red incomprensible y organizada. El camino se elige por vocación, pero son los dioses quienes nos empujan a las elecciones más circunstanciales. Para hablar con los dioses es para lo que existen instrumentos tan antiguos en la tradición occidental como el esoterismo. No es cuestión del bien y del mal sino de la sagrada felicidad.


Mañana de sol pleno y esta amazona que suscribe se monta sobre su corcel de dos ruedas con una fanfarria en su mp3 en pos del destino. Antes me paso por la galería Subaquatica. Me encanta complicarme la vida y me lío con la última exposición de Blu, el artista de Bolonia que está rompiendo todas las fronteras del más aquí y del más allá con sus dibujos y cómics. Luego he de pedalear como una amazona completamente desquiciada para llegar a tiempo, pero es fácil: sólo tengo que pensar en Rubén, el ex más odiado y más reciente. Voy primero a la consulta de aquella tarotista que mi “admirada” Eva me recomendó porque me había notado estresada. ¿Por qué lo he hecho? No sé... el caos, supongo, razón más que suficiente para dejarse hacer algo o hacerlo.


Cuando llegué no me encontré con lo que esperaba. Nada de ambiente claroscuro ni una exhibición de rarezas egipcias. La mujer que me atendió parecía más bien cordial y tranquila. Eso sí: ojos de bruja, ojos verdes exhaustivos que te hacían exclamar, lo que fuera, pero exclamar. La habitación donde se haría la lectura me gustó mucho. La pared del este era de color dorado toda ella y la del oeste, plateada. Las otras dos paredes eran blancas y estaban atravesadas por una línea dorada y otra plateada. Había un armario bajo de color blanco viejo, muchas plantas de un verde tan intenso como los ojos de la mujer y un par de imágenes de sacerdotisas o vestales marinas que no pude identificar, conchas de diferentes tamaños y velas blancas.
Me invitó a un té que acepté gustosa y después de explicarme cómo trabajaba y de preguntarme si había temas que no quería que tocara, empezó a hablarme sobre mí. Digamos que la habitación clara y serena surtió un buen efecto.


Yo iba por curiosidad y porque ella era una bruja honesta de las que aceptan solamente la voluntad y además porque no sabía hacia dónde tirar o tirarme. Se suponía que Rubén y yo estábamos buscando un piso para irnos a vivir juntos mientras estudiábamos un máster, íbamos a irnos de prácticas juntos el siguiente curso. Eso ya estaba en marcha: a Dinamarca, la misma ciudad pequeña, la misma universidad rodeada de verde, la misma residencia blanca, por suerte a diferentes facultades- él era uno de esos de económicas-, el mismo frío intenso. Por si todo eso fuera poco, sentía que en el máster no me contaban nada que me interesara, ya estaba harta de escuchar cosas sin sentido, teorías alejadas de la realidad, podía aprovechar para irme. Irme lejos. Y aquella mujer que continuaba explicándome cómo era yo en realidad, cómo engranaba como una rama dentro de mi familia, de mi árbol, cómo podía cantar sobre ese árbol pues donde mejor canta un pájaro es sobre su árbol genealógico (la frase, me dijo, es de Jean Cocteau). A mí ahora sólo me cantaba mi desesperanza. Y de repente se me hacía difícil tragarme las lágrimas.


Artículo 2: pedaleando se llega lejos una vez que has salido del bar.


Ojalá le hubiera podido pagar mejor no sólo por todo lo que me había dicho, sino por todo lo que me enseñó. Sí, me enseñó: mi camino estaba claro. Lo demás sólo dependía de mí. ¿Destino o fatalidad? ¡Desde luego un montón de elecciones y cosas por hacer más despierta!

Yo no soy, y me niego a ser, una de esas brujas pirulas que prometen novios millonarios, loterías exorbitantes o ganancias de mil amores. Tampoco lo espero cuando voy a que alguien haga una lectura de mi mapa personal para mí. ¿De qué le sirvió al padre de Edipo saber lo que iba a suceder? ¿Y al padre de Buda? ¿Conoces estas historias? Tanto a uno como a otro les predijeron el destino de sus hijos. Ambos padres, en culturas completamente diferentes y distantes tanto espacial como temporalmente, optaron por ahorrarse los disgustos. El padre de Buda lo encerró en un palacio donde sólo habitaban los placeres de la vida. El padre de Edipo lo envió lejos, lo más lejos posible.
Pero el caos tiene su camino universal que es mucho más fuerte que el humano. Y cuanto más se huye de un destino más nos acercamos a él. Huir del caos no es la respuesta, por eso nunca ayuda tener los ojos cerrados por La Verdad. Ésa que muchos buscan en las predicciones cuando en realidad buscan una esperanza a su desesperanza. Prever es necesario, nos calma, pero no es lo fundamental. Lo único importante es ver nuestros caminos, ver lo que estamos haciendo. A veces tenemos que equivocarnos mucho para ver un poquito. El Tarot que yo practico es para que veamos un poco más. Si una persona sale de mi consulta con una visión más amplia de sí misma, me doy por satisfecha. Al salir de la tarotista a la que había ido de casualidad recomendada por alguien que me caía mal en un día en la que no tenía que encontrarme con ella me dio esa misma sensación: mi punto de vista se había multiplicado. ¡Se había hecho la luz!

Después de eso estaba en Laie esperando a Úrsula.

- ¡No me digas que llegas tarde que no me lo puedo creer! Pero si tú nunca te retrasas. Ursu, ¿qué pasa?
- Si quieres quedamos otro día, no sé...
- ¿Pasa algo?
- Me ha llamado el jefe de la orden, que quiere verme ahora mismo, ya sabes que dadas las circunstancias no puedo...
- Ya, ya... no puedes hacerle esperar ni un segundo y en cambio...
- No te enfades, no te enfades.
- No quiero comer sola, ¿vale?
- Vale, no estaré mucho rato, te lo prometo, te lo prometo, en serio

Nos despedimos hasta dentro de una hora y colgamos. ¡Bueno! A esperar... menos mal que estaba en una buena librería, con una excelente sección de poesía, pensé. Me dispuse a dar vueltas. Estaba un poco molesta, no con Ursu sino con el caos, a decir verdad. Hojeé un par de libros de arte, otros de cine hasta que me decidí a hablar con el caos.


- De acuerdo, llévame a un libro interesante por favor.
Continuará...

. . . . . . .

Explora los siguientes enlaces caóticos:

LAIE

Galería subaquatica

BLU


miércoles, noviembre 22, 2006

Más confisiones



Me he liado, esta semana me he liado yo sola y aquí está el resultado: que la entrega del lunes se hace hoy. Sí, una autora liada, con niebla en la cabeza que no da ni bola ¿Qué día es hoy?

Todo empezó un día de esos en los que una se pregunta que por qué no pasa algo. Siempre pasan cosas, eso no hay que olvidarlo. Ya el hecho de que no pasen significa algo. No es como en las novelas que te condensan la vida en unas cuántas páginas y lo que en realidad ocurre a lo largo de veinticinco años está escrito en doscientas cincuenta. Aunque, y nadie lo puede negar, la realidad siempre supera la ficción. Esto me lo corroboró el otro día un colega, un conocido de esos casuales, que te dice una frase soprendente que nunca olvidarás que surge de los labios de alguien que nunca conocerás.

Estaba yo esperando a “Úrsula” porque habíamos quedado después de siglos. Es un decir lo de los siglos, las brujas tenemos una vida de tiempo normal, los que viven más allá del tiempo son los vampiros. ¡Ojo con los vampiros! Cuando sonó el móvil y vi que era "Úrsula" me llevé una alegría enorme. Me pilló de camino del Hospital Clínico, que venía de visitar a alguien. Ella también estaba por Barcelona, y eso que el otoño por la zona donde tiene su casa de la montaña es una preciosidad que parece un cuadro naturalista con los tonos ocres y rojizos de la montaña en otoño. Pero se ve que tenía cosas que hacer por la ciudad, me las contaría luego. Quedamos para comer juntas.
Yo llegué una hora antes, pero es que no me daba tiempo para volver a casa y luego ir la restaurante donde habíamos quedado. Hacía sol y me senté en la terraza con mi bufanda rosa nueva y mi abrigo verde. Yo estaba leyendo un libro sobre tarot. Al principio ocultaba que leía estas cosas, quiero decir: nunca lo sacaba en una terraza, pero ya con el tiempo, una caña y la edad se me ha pasado la vergüenza. Estaba feliz esperando a mi querida amiga, con una cervecita, el aire fresco en mi pelo y el sol en mi cara cuando se me acercó un tipo extravagante. En Barcelona no te habla nadie en una terraza ni por la calle a menos que sea extranjero. Efectivamente, resultó ser un coronel o algo así retirado. Y chileno. El binomio no me pareció de lo mejor, pero resultó que era de la marina mercante, que en realidad no tenía galones militares, que basaba su dieta en una combinación particular cedida por los extraterrestres y que se estaba tuneando un rolls royce, suyo, que en realidad era un golf blanco al que le había puesto galones (los que le faltaba a él se lo ponía a su barco andante). Lo que me llamó la atención del personaje fue su nombre. Pinkerton se llamaba; y acabó pidiéndome una tirada de tarot. Quedamos para la semana que viene. A lo mejor os cuento cómo va la lectura para el afable marino sin galones que viaja por el mundo, porque es eso lo que hace, caminar por el universo, como lo define él mismo. Cuando "Úrsula" llamó Pinkerton ya se marchaba.

- ¡Ursu, no me digas que vas a llegar tarde porque eso no es propio de ti!- exclamé. Úrsula nunca llega tarde, siempre s puntual y es algo a lo que presta mucha atención todo lo contrario de Marla.
- Calla, calla... se me ha calado el coche en frente de la Sagrada Familia justo delante de un autocar lleno de turistas. Es que he ido a dejar a mi prima Tara a su casa y luego...
- ¡Jajajajajajaja! Vaya por Dios. Bueno, te ayudaron a empujar o...¿ qué?
- Noooo, qué va. Unos inútiles. Resulta que... espera que me llama el mecánico. Te llamo en cinco minutitos. No te muevas que llegaré en algún momento, Mientras te llamo, tengo que esperar porque el mecánico me dijo a lo mejor lo arreglaba en seguida. Espérame, ¿eh?
- Vale, vale.

Ya había acabado la primera cerveza. La miré. Me dio un arrechucho de frío y decidí entrar al restaurante. En la entrada dije que seríamos dos, me señalaron la zona de las mesas y me senté en una que tenía un banco con respaldo ancho, siempre me gusta sentarme en los bancos, son mucho más cómodos que las sillas. La camarera, sevillana, vino en seguida y le comenté que estaba esperando a una amiga que nunca llegaba tarde.

- A nunca lo yevaron presso, chiquiya.
- ¿Ése no era siempre?
- Ej que nunca y ziempre, ya me dirá túuuu
- Es verdad, es verdad...
- ¿Qué te pongo pa la espera?
- Pues que va a ser otra cervecita.
- Pué ole.

Lo importante cuando te toca esperar en un restaurante lleno es que te toque un camarero simpático, eso hace que una se sienta menos sola. Yo odio comer sola en un restaurante y eso que lo he hecho y lo hago muchísimas veces. No me gusta leer el periódico ni un libro mientras como, así que miro y la gente me mira porque los estoy mirando, cosa poco común en las grandes ciudades al igual que hablar, sea en la parada del autobús que dentro de él o en el restaurante o en el bar. A excepción de Madrid, que justamente me gusta por eso: porque la gente te habla. El zum zum del vibrador del teléfono sonó (no me gustan ni los tonos ni los politonos ni nada de eso).
- Ursu, ¿cómo va la cosa? jejejejejeje
- Parece que hay para largo eh?
- Qué me dicessssssssss
- Sí, sí... lo siento, vaya...
- Entonces a lo mejor no nos vemos... BUAAAAAAAAAAAAA!!!! BUAAAAAAAAAA!!!! Me voy a poner a llorarrrrrrrrrrrrr¡Bueno, puedo acercarme! ¿Dónde estássssssssss?
- Es que quería pedirte una tirada.
- ¡Ningún problema, ningún probleeeeema! Llevo las cartas encima... mmmm... que vengo justamente del hospital de hacer una lectura para una señora que está muy mala y desanimada, ya sabes cómo van estas cosas. Fatal, faaaaaaaaaaaataaaaal.
- Estupendo. Quiero decir, bien que las lleves encima. Me sabe mal por la señora. ¿La desbloqueaste?
- Sí, hija sí, pero lo tiene difícil. Me cahis en la mar, lo tiene chungo, chungo. Mal.
- Oye, que me dice el técnico que tiene para una media hora. ¿A ti te importaría esperarme?
- Ya sabes que no, no te preocupes. Don't worry, be happy jijijijijiji

Me moría de hambre y empezaba a estar un poco contenta por la cerveza. Veréis, no suelo beber, cosas de mi hígado que no trabaja muy bien. Pero a veces, una vez cada dos o tres meses se tercia y me apunto. Suele coincidir con días en que todo me pasa al revés: no escucho el despertador, pierdo le autobús, tengo que correr y cuando llego me hacen esperar y además una amiga a quien te apetece mucho ver, resulta que no aparece. ¡No una cosa a la vez, no. NOOOO. Sino todas juntas una después de la otra lloviendo sobre mojado. ¡Y no sólo eso!

Que la vida puede cambiar en cinco minutos no es ninguna novedad, cinco minutos excesivos o como una exhalación, es como que tengas la suerte de un aprobado de pena y por pena o una bronca interminable ineludible. A mí la vida se me había puesto al revés en menos tiempo. A las 13:42 tenía una tranquila tarde por delante. A las 13:44 estaba sentada en una terraza charlando con un marino de extraño nombre cuando había visto a mi ex ( que se suponía que tenía el día muy ocupado para darme el dinero que me debía) darse el lote con otra.¿Peor? ¡Siempre puede ser peor! Para facilitarlo me iba a gastar lo que tenía en cervezas y tabaco. Yo ante todo soy relativista.

Estaba en el bar como pez dentro de mi nube de nicotina dando el último largo en mi mar de malta y casi sonriendo ya cuando vi pasar a Eva. Eva es ese tipo de persona con la que te cruzas cuando estás en pleno ataque de nervios y que te sonríe entre beata y drogada (aún no he logrado adivinar cuál de las opciones es la mejor... o la peor). ¿Qué hace ese tipo de gente con los pianos que caen del cielo? Los esquivan para que le caigan a una, estoy segura. Y al final sonríen. ¡Sí! Encima sonríen. A lo mejor tienen un amigo invisible que les va sosteniendo el mogollón de pianoforte continuamente. O quizás se rocíen con laca rebota-pianos y entonces esos objetos están perdidos por el espacio boing- boing- boing-plof. PLOF. Pero nunca sobre ellos. ¿Cuál será su truco?

Eva me vio. Y sonrió. Yo la saludé a punto de acabar mi sprint final en mi mar malta como quien acaba de marcar un nuevo récord.
- Te veo mal- va y me dice.
- Ah...¿sí?- yo sólo pienso que quita mosca que te mato con la indiferencia.
- Toma- me alarga una tarjeta.
- ¿Y esto?- ya veo que es una tarjeta pero sigo con la táctica de “¿no te das cuenta de que estoy pasando de ti?”
- Una tarotista muy buena y que cobra la voluntad, como las que son buenas de verdad- remarca Eva lo de buena alargando la “e” de bueeeena.
- ¡Ah!- me quedo muda y Eva se va.
A lo mejor lo del piano sí que tiene truco. El destino me sonríe sarcásticamente y me envía a Eva, a su tarotista y a su aguanta pianos justo a cuarenta y siete minutos posteriores a las 13:43. ¿Destino? ¿Fatalidad?

Artículo 1: si es un día asqueroso, ve a un bar que siempre puede pasar algo más.

Es lo que tiene ser estudiante del arte del tarot: puedes inventarte los artículos, faltar a las leyes y surfear sobre el caos, batir varios récords de natación sin moverte de tu silla dentro de una piscina de cerveza y pensar más de lo sanamente aconsejable. ¿Destino o fatalidad? En todo caso y sea lo que sea, todo se resume en una palabra: arte. Pero he decidido ir a ver a la tarotista. ¡Por que sí! Lo más increíble pasará a partir de entonces.

Cuando iba por la cuarta cerveza la camarera simpática se ofreció a traerme unos cacahuetes. Ximena se llama. Me contó que estaba en Barcelona estudiando un postgrado en la Universidad Politécnica. Yo, creo, que tenía el libro sobre la mesa y entonces me contó que ella estudiaba física cuántica que tiene la mar de puntos coincidentes con la mística. Yo no me acuerdo de porqué se pensó que a mí me iba el misticismo. Pero para entonces vi pasar por la calle un rolls de color amarillo con un barco pintado en el capó. Quizás habían sido más de seis cervezas. Yo estaba muy contenta.

martes, noviembre 14, 2006

Confisiones


Camino entre las confidencias y las confesiones se articulan las confisiones. Quizás menos fidedignas que las que con fe, pero que al fin y al cabo emanan la misma confianza. Con o sin, la verdad es que se acompañan de algo cercano al susurro y a aquello que se dice en silencio imaginando sayos de otras épocas, a modo de sotanas que se deslizan airosas por un cementerio o por una catedral vacía, siempre pronunciadas en la certidumbre de lo incierto. Una confisión puede sonar menos seria, eso lo reconozco, y tiene una explicación: es la falta de fe y el principio del fin, que valga la redundancia, van unidos, son la cara y la cruz de la confianza. La(s) confision es son risa mientras una confesión es siempre grave y adusta, singular. Pero todo hace parte del mismo divertimento. Ahí, va pues, mi primera confisión.

Cuando comencé a escribir este blog, ahora hace más de un año, no quise prever a dónde llegaría. Mi intención original era la de plasmar algunas experiencias reales con personas que obviamente existen de manera que pareciera todo un cuento. Hay gente que me escribe preguntándome qué hay de cierto en lo que leen aquí y hay otros que dan por cierto todo cuanto narro. Esta confisión está dirigida con todo cariño a todos ellos. La realidad siempre supera la ficción. No podría contarlo todo. Además me interesa resguardar una parte de lo que considero mi intimidad, de la cual soy una celosa defensora.

Las tres protagonistas de estas historias se parecen mucho a las originales. "Marla" está muy enferma y no sabe qué será de su vida. "Julia" es viuda y no ha podido soportar ese dolor por lo que vive con el fantasma de su esposo. "Úrsula" está soltera y es la única de las tres que tiene intenciones de rescatar la trinidad mágica que formaron en su tiempo. Las otras dos, por las cuestiones que acabo de señalar, no pueden humanamente ocuparse de sus deberes esotéricos. Las tres han sido entrenadas y se han formado para hacer que la magia y los humanos se acerquen y no se olviden.

Finalmente yo, la autora, que las conozco muy bien y que al igual que ellas domino las cuestiones del esoterismo que aquí se enumeran, tengo el deber de dar a conocer la vía del conocimiento, yo soy quien me aprovecho de nuestra antigua sabiduría para hacer llegar a quien así lo desee un destello de magia, que no es diferente del de una estrella que nos parece lejana aunque no lo sea tanto.

Todas en su momento fuimos participantes activas de un ritual que selló nuestras voluntades: bebimos de la flor azul, la llave mística que abre las puertas del otro mundo allí donde residen los misterios de la vida y las maravillas de la creación.

Nadie o casi nadie puede negar que un toque de esoterismo puede ayudarnos a relativizar las peores situaciones y a volvernos individuos más centrados porque interpretamos mejor las diferencias entre nosotros mismos y el mundo exterior. Con un poco de investigación dentro del mundo de lo supuestamente oculto las fuerzas que nos superan pueden volverse en nuestro beneficio.

Todo esto puede parecer increíble a unos cuantos. A mí hay otras cosas que me parecen increíbles como que la medicina no tenga respuestas para ciertas enfermedades cuando todos creen que así debiera ser; que muchas gente crea que lo que sus ojos ven es lo único visible pensando que los sentidos nunca nos engañan; que los que se dicen buenos amigos nos abandonen en las encrucijadas de la vida y sigan creyéndose buenas personas; que tengamos que callarnos frente a cuestiones evidentes creyendo que lo que no se nombra no existe... la lista puede ser muy larga, cada uno la puede continuar para sí mismo, susurrándola, como si fuera un secreto oculto.

Continuará...



lunes, noviembre 06, 2006

La Emperatriz (capítulo XVII)


Julia

Era otro día y se anunciaba otra mañana. Julia leería otro cuento para James, para el fantasma de James, para que recordara cosas de los humanos y le fueran creciendo raíces invisibles, para que no se fuera, para que la añoranza lo atara a esta tierra y no a otros cielos.


El hombre del río

Cyril K. esa mañana se vistió despacio con su único traje marrón. Su mujer se lo había planchado despacio. Se había levantado cuatro horas antes que él para asegurarse de tenerlo listo. Últimamente hasta la plancha fallaba. Había que apagarla, esperar que se enfriase y volver a encenderla. La plancha estaba tan desgastada como ellos. Al acabar ella se sintió feliz con el viejo traje marrón impecable junto a la blanca camisa y la corbata negra. María revisó una vez más los calcetines y el brillo de los zapatos acariciándolos.

Cyril estaba nervioso y la miraba de reojo. La noche anterior se habían abrazado para que el sueño fuera reparador. El tenía que presentar su mejor cara frente al gobernador. Cyril tenía una cita de cinco minutos (él era poeta, quizás pudiera alargarla) para pedir a este primo lejano, pero primo al fin y al cabo, un solo favor. Cyril y maría a sus setenta y setenta y cinco años se morían de hambre. Necesitaban un aumento de la pensión mínima que percibían, por mínimo que fuera.

Cyril se vistió despacio. Salieron. Fueron juntos de la mano hasta la puerta del Gran Palacio de Gobierno. La puerta era otra gran boca voraz, aunque de diferente tenor. Se dieron un beso de despedida. Se miraron con la fe del escaso futuro. Y Cyril entró.

Ya no recordó más. Las bombas explotar en Bukovar. Se despertó entre escombros y balas rasantes. Sólo caminaba, su cuerpo caminaba. No oía más que silbidos. Cada piedra, cada bala, cada cuerpo incluso, la estática mirada de María silbaban. Sería imposible vivir en un mundo de silbidos agudos, chillidos siniestros que se superponen, pensaba Cyril. Paso a paso pasaron días y noches. Cyril cada vez más delgado dentro de su traje marrón arrugado que había olvidado el delicado planchado que le dedicara María. Le había crecido la barba. No se había dado cuenta de que la herida en su mano ya se había hinchado.

Cyril me recuerda a mi padre. En realidad es como el padre de cualquiera de nosotros. Si le vieras ahora y le hubieras amado, tu compasión infinita dibujaría en ti un grito sordo. Si, en cambio, no hubieras tenido la oportunidad de sentir amor hacia tu padre, ahora al verle así, querrías abrazarle y protegerle porque habrías descubierto tu inmensa compasión. Cyril seguía caminando.

Se olvidó de comer y de detenerse ni tan siquiera un segundo. La barba crecía, los ojos se hundían, la mano se gangrenaba. Llegó a un gran río. Siguió caminando. No podía evitar ir con la corriente caminando sin detenerse. Cuando sus ojos entraron en contacto con el agua recordaron lo que era llorar. Esa noche en el río hubo una creciente, pero nadie la notó, casi todos estaban muertos y los que quedaban vivos sólo miraban a los muertos. A no ser por los peces, los que aún quedaban. Vieron a Cyril con su traje marrón arrugado y que le estaba tan grande. Primero pensaron que se trataba de una marioneta como tantas otras olvidadas últimamente en el río, desde que habían comenzado aquellos silbidos chirriantes. Luego se dieron cuenta de que se trataba de Cyril, el poeta. Aquel que tantos años les hablaba en tantos ríos. ¡Qué alegría ver a Cyril! Se sabían su nombre porque habían jugado con él a hacerle cosquillas en los pies. ¿Dónde estaba María?

Cyril caminaba y ya no oía nada. Sólo lloraba. Llegó al fondo del río y allí se recostó a descansar por vez primera, su cuerpo estaba cansado.

Los peces le enseñaron una vez más su secreto mientras hacían cola para darle oxígeno. Pasó el tiempo del agua fría y el agua cálida. Hubo otra crecida, esta vez grande, porque el río se llenó de marionetas. El cuerpo de Cyril decidió hacerse pez. Aunque a veces y caprichosamente lo olvida. Entonces Cyril aletea un poco hacia la superficie del río. Allí emerge y se sienta aleteando con las manos. Cyril con su traje marrón impecable y sin arrugas gira la cabeza hacia un lado y hacia el otro. Parece que busca a alguien, pero no recuerda ya a quién. Respira y vuelve a su hogar. Allí recita poemas de amor a una musa llamada María, poemas que los peces no olvidan.

Continuará...

Imagen: Arcano La Emperatriz, Cosmic Tribe Tarot